Muchas personas creen que la vida del camionero discurre tranquila y apacible conduciendo su vehículo, contemplando los diversos paisajes y ciudades.
Incluso hay quien todavía se cree, que las jornadas de trabajo, una vez descargado o cargado, le permiten al camionero apearse tranquilo de su cabina, entrar en un restaurante, y sentarse delante de una mesa ya vestida con su mantel, sea de tela o de papel; pero no siempre es así, me atrevería a escribir que desde hace mucho tiempo, hasta el momento que escribo estas líneas, el camionero ha visto como su puesto de trabajo se ha ido degradando, ya sea por como está el mercado laboral, o simplemente que las necesidades personales y familiares de cada cual, no permiten mucho dispendio del sueldo rutero.
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Camioneros portugueses en espera de carga preparando su "comedor" en el parking de una fábrica |
Los jefes quieren tener a los mejores conductores, pero no todos están dispuestos a pagar el sueldo que evite a la persona tener que cocinarse a la vera de su montura, cuando no dentro de sus cabinas, pues las "dietas" que pagan, no cubren las necesidades básicas en algunos casos.
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Camioneros preparando su mesa y mantel cajonera |
Si permanecéis en vuestras pausas de viaje, con la "oreja distraída" en la conversación de los camioneros, mientras tomáis un café en cualquier área de servicio, estoy seguro, que no tardaréis en escuchar algún comentario malsonante con respecto a la profesión que bien les da de comer, pero que no todos los profesionales del sector respetan, como lo hacían antes los "Señores" camioneros de toda la vida.
Cualquier camionero jubilado que viaja acompañado a un hijo que le ha sucedido, si no en su empresa, sí en al frente de la rosca, si le preguntáis, os hará saber, que antes las horas de las comidas y cenas eran sagradas, por mucha prisa que uno tuviera (quizás, porque carecían de tacógrafo en sus vehículos). En la actualidad, es una pena, que con los horarios de carga y descarga establecidos, en muchas ocasiones, si el conductor no dispone de "viandas cabineras" salen a rodar con el buche vacío, con el desgaste que produce la ausencia de alimentos(que bien que les vienen algunas empresas los conductores que abrazan a Mahoma, por aquello de que en le Ramadán, no precisan comer desde el alba hasta el ocaso de cada día) a la hora de conducir, que parece que las líneas discontinuas se hacen largaaaaaas, hasta la boca intenta salivar, para no pensar en el hambre que se siente, intentando engañar al estómago con buches de agua.
No todo es jauja en el mundo del camión, y sobre todo para los compañeros que pasan hasta tres semanas(si no más) fuera de sus hogares, que hacen lo indecible, para no faltar con sus obligaciones laborales, pero sin olvidar, que cuanto menos dinero gasten en sus viajes nacionales e internacionales, más quedará para sus hogares.
Es imposible dejar de mencionar en este relato a todos los profesionales del sector, quienes por circunstancias de la vida se hayan en procesos de divorcio o separación de sus parejas, en algunos casos, con varios hijos, cuyas fotos portan en sus cabinas. Y con quienes saben que al final del mes, tras muchos kilómetros recorridos agarrados a su rosca, tienen que cumplir con el "afecto económico", el que les permite seguir haciendo en sus domicilios, su vida día a día, con un plato de comida en mesa puesta, mientras su camionero de referencia, está cocinando en el infiernillo en el cajón de su remolque...
Cuando no cenando un bocadillo en su cabina...¡Que tiempos aquellos, en los que a la hora de comer, y sobre todo a la de cenar, estaban los comedores de los restaurantes llenos, mientras los "caballos" descansaban aparcados fuera hasta la jornada siguiente...!
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