Así se pueden definir a esta bonita profesión, como lo es el ser conductor de autobús, porque no dejan de ser los profesionales que conducen los vehículos que nos llevan desde que vamos a la escuela, siendo pequeñitos, hasta que somos unos jubilados; en busca de cumplir con nuestros sueños o deseos de conocer algún destino soñado en nuestras excursiones o viajes del Inserso.
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Jubilados accediendo a su autobús |
Como el ralentí del vehículo despertador no cesaba, decidí levantarme de la cama, cayendo en la cuenta, que el sonido del motor madrugador no cesaba porque se iba sucediendo a medida que cada uno de los conductores arrancaban su autobús, por estar la campa de estacionamiento, tras su servicio regular o discrecional , en la parcela aledaña a la que yo me encontraba.
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Microbús preparado para trasladar autoridades que visitaban la Base General Menacho. |
Enseguida la envidia que me despiertan estos profesionales cuando los veo en su autobuses, provocó que me apeara de la cabina para dejar que mi mente regresara 20 años atrás, pues mi vida como conductor profesional comenzó en en los autobuses del Ejército, siendo conductor de rutas de mandos y tropa, así como del personal civil que trabajaba en la Base General Menacho.
A pesar de la ilusión que yo tenía por conducir el autobús, a mis 23 años, una vez que abandone el Ejército Profesional, esta no se vio recompensada en aquellos años de plena juventud, cuando aquel joven se quería poner el mundo por montera conduciendo autobuses en la vida civil.
Se tuvo que conformar con aprovechar la oportunidad que le ofrecieron dos empresarios camioneros en sus respectivas empresas, porque distintos encargados de empresas de autobuses en las que se presentó, aún demostrando su dominio del autobús en recorrido callejero, no se fiaron de la experiencia militar como conductor de autobús.
Curiosamente, en mi vida profesional del Ejército, los camiones rígidos, salvo el de la basura y uno de recaos, fueron conducidos a ratos perdios; sin olvidar, que el permiso para conducir el tráiler, el día del examen práctico, al enterarse el mando examinador que venía de Madrid, que los dos alumnos que nos examinábamos éramos los conductores de los autobuses de las rutas de mandos, después de haber sudado la gota gorda haciendo prácticas, el día del examen fue más relajado de lo que esperábamos, consiguiendo el aprobado.
Circunstancia, la del aprobado relajado, que no fue traba para que, quien ha sido mi Jefe durante los últimos 15 años, pues murió hace unos meses, me ofreciera el volante de uno de sus tráilers; no sin antes pasar quince días de prueba con su conductor fetiche, por llevar más de 30 años a su servicio.
La ilusión y predisposición que observó en mi persona fueron las razones que le impulsaron a darme aquella oportunidad, que ha fecha de hoy sigo disfrutando muy orgulloso; siendo ahora el segundo en el escalafón, por antigüedad, de sus más de 50 conductores, aunque tenga 39 años como peregrino en esta vida.
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Al alba, los chóferes de autobús, salen para recoger a su viajeros, sean trabajadores, excursionistas, jubilados o escolares. |
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Ruben (25 años) charlando con uno de los compañeros, quienes le están aleccionando en esta profesión en la que lleva sólo dos meses. Suerte compañero. |
Mientras Vicente, desde su puesto de conducción, charlaba con el joven aspirante, por Ruben, hasta que a este último le recogiera el compañero con el que le toca seguir adquiriendo confianza y temple en esta bella y abnegada profesión, sus compañeros más antiguos me permitían tomar unas instantáneas dentro del recinto que protege sus "coches".
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Mientras usted se despereza, su conductor de autobús, adecenta su habitáculo, sea con fregona o escoba. |
Escribo "coches" porque en el argot profesional de la conducción, todavía existen personas, sea mecánicos, jefes o empleados que a los autobuses y camiones los denominan: " coche". Es más, a usted, estimado lector en alguno de sus viajes, habrá escuchado a su conductor indicarles:
- <<¡ Ya pueden bajar del coche!>>o
-<<¡ Ya pueden subir al coche!>>
Aunque la expresión "coche" le pueda sonar a sorna, a quien por primera vez la escuche, cuando sea viajero a bordo de un autobús. ¡No se preocupe! Todavía quedamos algunos nostálgicos de los sabios consejos y procedimientos de los profesionales de toda la vida en esto del aprendizaje de la conducción profesional, que tuvimos, tenemos y tendremos; ya sea de autobuses, como de tráilers. Con sus manías, pero también destrezas en la conducción de vehículos que están concebidos para el servicio a los demás.
. Y si no que se lo pregunten a los empleados de Vialco en Picassent, una empresa de autobuses que realiza viajes de colegios, empresas, club deportivos, y grupos a celebraciones o ágapes, desde 1929, ya sea de forma regular o discrecional, con origen la Comunidad Valenciana, y cuyo destino, donde decida el cliente, que para eso es el que paga.
Por lo que yo he podido observar esta mañana, disponen de una flota amplia y variada, en cuanto a capacidad de viajeros, puesto en que esta campa estaban estacionados vehículos grandes, pero también minibuses, en perfecto estado de revista, por la limpieza y presentación al servicio.
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Autobús en zona de lavado |
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Pasajeros en espera de su autobús de línea regular. Estación Salamanca |
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Exposición de fotografías de coches de línea antiguos. Cafetería junto a las dársenas de la Estación de aitobuses de Salamanca |
En aquellos años de la posguerra la carrocería acristalada de un autobús, disponían de unos cristales o ventanas correderas, por las que respirar aire limpio, por natural; y por cuyo hueco se podía recibir la última caricia de quien te había despedido en la parada o dársena antes de partir; en muchos casos sin una mampara para cubrirse de las inclemencias meteorológicas, por estar en el cruce de una carretera, cuando no a la salida de una finca.
Algunas paradas de autobús construidas en adobe se pueden observar al lado de las modernas acristaladas. Yo las he visto desde mi camión, por ejemplo en carreteras sorianas.
Aquellas ventanillas, daban una sensación de libertad, ya fuese por el sonido atronador del venteo de la marcha, como del irradiado por el par motor del vehículo; pero también propiciaron antes del asfaltado de los carreteras actuales,caminos en aquellos tiempos, según narraban nuestros progenitores y abuelos, que la polvareda levantada por los vehículos al abandonar sus pueblos, encontraban en sus ropas, el mejor aposento para llegar a la ciudad. Según cuentan algunos de nuestros mayores, el gesto común al apearse del autobús era el de sacudirse el polvo del camino, ya fuese señora, caballero o niño.
Gesto, que bien les presentaba ante los tenderos de la época para hacer los mandaos en perfecto orden de revista visual, y poder volver al la pedanía, con los recaos completados, y lo principal, sintiéndose muy bien atendidos.
En la actualidad, cualquier incidencia técnica en el viaje del autobús, provoca en algún viajero un cambio de talante, tan radical, que el conductor bien que le zumban los oídos.
Pues ha de escuchar improperios de toda índole, como si el fuese el único responsable de la avería en su vehículo. Olvidando, el ingrato viajero, que cualquier circunstancia que retrase el viaje, el primer perjudicado es el conductor, porque si un viajero tiene sus planes, el chófer también tiene los suyos, y sobre todo el de pasar más tiempo con su familia.
Hace unos meses asistí a una boda como invitado, a cuya celebración fui trasladado en autobús, con tan mala suerte, que se le había averiado el aire acondicionado. Algún viajero del pasaje, empezó a dudar de la profesionalidad del conductor, no cayendo en la cuenta, que desde la cochera no muy lejana hasta el hotel madrileño, por ser mes de Agosto, un conductor no puede darse cuenta de la incidencia, hasta que no es demasiado tarde. Una vez hicimos el viaje en el autobús-sauna, mientras los invitados asistíamos a la celebración eucarística él procedió al cambio de autobús en su cochera, gesto que sorprendió a los viajeros engalanados, y que bien lo agradecieron, con una sonada ovación,que todo hay que reseñarlo, que bien hizo sonreir al "señor" conductor, y sin necesidad de cantarle, aquella canción que rezaba:" el señor conductor no se ríe, ríe,...
Cuento esta anécdota para que cualquier persona que haya dedicado su preciado tiempo en leer este relato, sepa entender, que la persona que lo traslada en busca de su destino ilusionado a bordo de un autobús, no siempre es el responsable de ciertas circunstancias que pueden alterar ese viaje soñado y protocolorizado, algunas veces, por quien organiza el viaje, con excesivo celo en el ajuste del tiempo que nos permita llegar a cumplir con todas nuestras expectativas viajeras.
Ya por desgracia, ciertas costumbres de antaño, como lo era de dar una propina al chófer, recolectada entre los viajeros de los viajes discrecionales, se ha perdido. Aunque algunos viajeros nostálgicos, quizás porque ciertos modales no se extinguen hasta que la generaciones que los promulgaron no desaparezcan, siguen provocando una sonrisa en el conductor de su excursión, al escuchar el tinteneo de los céntimos o los euros, al caer en el fondo de la boina o gorra de paseo de uno de los jubilados, quien la empezó a pasar por los distintos asientos antes de terminar el viaje de regreso, cual monaguillo, pero no en la Iglesia, sino por el pasillo estrecho de un autobús conducido por un profesional, que siempre, no lo dude, velará por sus intereses viajeros, así como por su seguridad, estando desde el alba, hasta el ocaso, siempre a su servicio....mientras dure su viaje.
Nota: Relato dedicado a todos los conductores de autobuses, sean de servicio regular, discrecional, sin olvidar a los compañeros de los transportes urbanos quienes acercan cada día de su jornada laboral, sea entre semana, como fines de semana, a multitud de personas a ese destino, donde cumplir con sus expectativas de vida, sea por asuntos laborales, como de esparcimiento.
No quiero obviar la importancia de los empresarios actuales del sector, así como los que ya jubilados, quienes por su ambición o medio de ganarse la vida, hacen que los ciudadanos dispongamos de vehículos, no sólo para viajar, sino también para disponer de miles de puestos de trabajo, que bien permiten salir para adelante a innumerables personas.
Gracias por hacer de nuestros viajes de vida, memorables recuerdos, que bien nos acompañarán hasta el inicio de ese viaje, para el que no se precisa ni si quiera maleta.
¡ MIL GRACIAS , A LOS CONDUCTORES
DE LA ILUSIÓN...!
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