149) ¡SIEMPRE A SUS ÓRDENES MI.....!
Son las palabras con las que saludo y despido a mi Teniente Coronel cada vez que mantengo con él una conversación telefónica. Hasta aquí todo normal, pues quien conozca la vida militar, entenderá este proceder en el trato entre los miembros del Ejército. Pero, ¿qué pensaría el lector, si conociera, que hace ya más de 15 años que quien escribe abandonó la disciplina militar al cumplirse su compromiso o contrato..? Le resultaría extraño, seguro que sí, y sobre todo porque habrá quien no pueda comprender que quien ha servido en el Ejército, se pueda seguir sintiendo militar hasta final de su vida. Quizás tenga algo que ver que cuando juré Bandera, era un crío de apenas 20 años. Había conseguido aprobar unas oposiciones, en las que si la memoria no me traiciona, sólo en Valladolid se presentaron 5000 personas para las 4.500 plazas que se convocaron en toda España allá por los años 90.
En aquella oposición, la Providencia me concedió el aprobado que unos meses antes me había sido negado en la Academia de la Guardia Civil de Baeza(Jaén); donde el examen psicotécnico se convirtió en la puntilla de mis aspiraciones a entrar en la Benemérita. Dio la casualidad, que aquel examen psicotécnico se me asemejaba mucho al que superé para entrar en el Ejército Profesional.
Por aquel entonces, el firmar el contrato de dos años sirviendo a la Patria, te convalidaba el Servicio Militar, por lo que de aquella manera mataba dos pájaros del mismo tiro.
Abandoné el hogar familiar, con el beneficio que conllevaba para mis padres, de que su primogénito dejase de ser una boca que alimentar, y un hijo al que vestir y apoyar económicamente; sin olvidar, que de aquel modo también cumplía la mili, tan odiada por muchos jóvenes, quienes decían que aquellos nueve meses de servicio a la patria, sólo servían para romper sus vidas.
No fue mi caso. Aquella decisión apuntalaría mi vida. Gracias a servir a España, jurando lealtad a su Bandera, y sobre todo a su ciudadanía, pude encauzar los primeros pasos de una vida profesional. Los dos meses de instrucción perceptiva para todo recluta o aspirante a Soldado Profesional, en los que se le enseña a reptar para no ser oteado por un hipotético enemigo; a vadear regatos, cual culebra de agua; así como a montar y desmontar su armamento, sin olvidar las prácticas de tiro, orientación nocturna y las consabidas prácticas y ensayo para desfilar en perfecta sincronía con la Compañía, convirtieron a aquel recluta de pueblo chico, en un joven militar, que veía como su vida comenzaba a tener sentido. A medida que la instrucción se iba completando, los Suboficiales y Oficiales iban vislumbrando los deseos y capacidades de sus reclutas, que les permitirían ocupar la vacante o destino dentro de las innumerables Compañías que conformaban el equipo humano de la Base General Menacho (Badajoz).
El Teniente Mora, mi instructor, tuvo que soportar, que semana tras semana, este recluta le recordara que mi deseo era ser conductor; pues desde que mi padre me enseñó a conducir, era una práctica, que me aportaba sensaciones maravillosas. Cumplió con mi deseo, y una vez jurada la Bandera, fue destinado a conducir TOA(Transporte Oruga Acorazado). Aquel artefacto militar de cadenas de transporte de personal militar en el campo colmó mis ilusiones de ser conductor. Pero no llegué a guiarlo, pues sea por suerte o por el mancillamiento sufrido por mis instructores durante la instrucción, de que quería ser conductor, provocó que en el último momento, fuese derivado a la USAC(Unidad de Servicios del Acuartelamiento). En esta Unidad, prestaban sus servicios los militares de reemplazo más avanzados en sus cualidades profesionales; es decir, que los fontaneros, electricistas, cocineros, y todas aquellas profesiones que facilitan la vida diaria, se aglutinaban en la USAC.
Allí fui destinado, y en dónde pude obtener los permisos de conducción de autocares y camiones. Es decir, que a los 20 años recién cumplidos, era quien conducía el autobús que transportaba cada jornada a los Mandos Militares desde Badajoz a la Base, localizada en Valdebotoa. Desde Cabo 1° hasta Capitanes. Profesionales de nuestro Ejército, algunos de carrera, es decir, que habían salido de la Escala de Suboficiales, ascendiendo en su vida profesional según el tiempo de servicio; sin olvidar, a los Oficiales, quienes diplomados en alguna Carrera Universitaria, habían aprobado unas oposiciones que les permitiría acceder a la Academia de Oficiales del Ejército. Personas sobradamente preparadas y comprometidas con la defensa y el servicio a España.
En aquellos años, en los que amenaza terrorista campeaba a sus anchas, aquellas rutas militares se hallaban entre los objetivos de la banda separatista y terrorista ETA. Fueron años duros, en los que hombres y mujeres orgullosos de su uniforme, debieron salir de sus casas vestidos de civiles para pasar desapercibidos para los ojeadores terroristas. Cuando por los altavoces del autobús, preceptivamente mudado en el color de su carrocería, el locutor de la emisora radiada, daba la noticia de algún suceso luctuoso provocado por la barbarie terrorista, quienes viajábamos en aquellos autobuses enmudecíamos, por ser conocedores que cualquier día, el objetivo podíamos ser nosotros.
Fueron años duros, en los que mi compañero y conductor Benito, y nuestro jefe más inmediato, por el Teniente José Antonio, se convirtieron en mis apoyos más incondicionales para superar el temor, y salir de la Base conduciendo aquel autobús que portaba a personas de distintas edades y profesiones, que habían decido servir a un pueblo, aún a sabiendas de que podían convertirse en "carne de Telediario" o en titular de diario impreso, por el simple hecho de ser Militares.
Como lo han sido esta mañana, esos Militares en el Salón de la Enseñanza de Barcelona, que han visto como su Alcaldesa, Ada Colau, renegó de su presencia en un stand, destinado a orientar a jóvenes en su progreso profesional.
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LA ALCADESA COLAU, EN EL MOMENTO DE RENEGAR
DE LA PRESENCIA MILITAR EN UNA FERIA DE ENSEÑANZA. |
Yo, Señora Colau, no he participado en actos de boicot para ganar adeptos en mi carrera profesional, como usted lo hizo en su pasado, y que bien le granjearon unos réditos electorales que la han encumbrado en su vida profesional; hasta tal punto, que ha llegado a obtener un rango de Autoridad, que le hace merecedora de un respeto, que realmente, demostró con su actitud, no merecer. Sin opositar, sin exámenes, sólo por unas papeletas depositadas en las urnas por personas desengañadas y ultrajadas por la clase política anterior; quienes creyeron ver a Mesías, donde realmente hay Diablos, que no respetan a sus semejantes, por el simple hecho de vestir un uniforme y dedicar su vida a servir a España. Una nación, a la que los gobernantes catalanes, algunos independentistas, no han dudado en recurrir para librar de un cautiverio en territorio hostil a personas nacidas y pacidas en Cataluña.
¡Qué pronto se le ha olvidado, Sra Colau, como ciudadanos catalanes han sido evacuados en aviones de la Fuerza Aérea Española, trar ser liberados gracias al trabajo de Militares Españoles, que no han cejado en su empeño hasta dar con el paradero de sus compatriotas secuestrados por milicias terroristas! ¡Compañeros de quien usted, ayer repudió!
Es una pena, que estos políticos de nueva hornada, no valoren al Ejército, escuela de lealtad y honorabilidad, cuyos miembros siempre están al servicio de un pueblo y a la orden de una Autoridad, que no siempre vislumbra, que cualquier joven sin oficio, pueda formarse en la disciplina militar, aportando no sólo un sentido a su propia vida, sino también un apoyo para el desarollo de la existencia de sus conciudadanos al jurar su cargo, ya sea como Soldado Profesional o Militar de Carrera...
¡Siempre a sus órdenes....!