Estoy seguro, que no seré yo el único espécimen, que siente pavor a la hora de ir a comer o cenar a algún restaurante en tiempo veraniego.
Porque no es de recibo, soltar la herramienta de trabajo, y tras cubrir la distancia que une tu cabina con la puerta del restaurante, ir rezando el "Ave María" para no salir constipado.
Ya que los locales donde nos alimentamos, quienes no disponemos de la posibilidad de hacerlo en nuestros domicilios, están climatizados en demasía; por las bajas temperaturas que tienen programada para recibir a sus clientes. Quienes en su mayoría, son obreros que llegan bien atemperados por ese Lorenzo, que tanta justicia imparte e los meses de verano.
Ha sido noticia, que varios alumnos de un colegio madrileño han tenido que recibir asistencia por haberles sobrevenido un golpe de calor colectivo mientras estaban recibiendo sus clases.
Hecho que me ha hecho reflexionar, sobre qué seres humanos del futuro estamos desarrollando con tanto consentimiento y tanta facilidad de vida. Pues cuando éramos chicos en tiempos que Franco estaba estirando la pata, no se había extendido el uso y disfrute de los sistemas de aire acondicionado. Incluso en nuestros viajes, el aire que tanto nos aliviaba en nuestros desplazamientos, era el que penetraba en el habitáculo del vehículo a través de sus ventanas.
Me podrán decir ustedes, que el cambio climático está detrás de tanto acobardamiento del ser humano del primer mundo.
Respuesta que me hace sopesar, que la política actual de usos y disfrutes carece de moralidad. Porque si no tengo, por mal entendido, los aparatos de aire acondicionados también ocasionan sus estragos en el dirimir de los circunstancias climatológicas del futuro más inmediato.
Entonces, me pregunto, ¿por qué cuando voy a comer a los restaurantes; a los centros comerciales e incluso algunos centros hospitalarios, siento tanto temor a tener que disponer el tissue en cuanto llegue a mi hogar...?
Algo no me cuadra...Me lo explique el por qué de ese pensamiento del que dispongo, cada vez que llega el verano.
Quizás sea el mismo, del que disponga usted, por ese uso, por bajamente programado y tan prodigador de enfriamientos varios...
Será, por aquello, que ya no se estila, la tertulia española. Por la sobremesa tranquila a la vera de un buen café o chupito.