viernes, 6 de noviembre de 2015

94) LA VIDA A LOS 80~

 ¡ Antes de que se le vaya la imaginación, por los fueros de aquellos maravillosos años 80...! Vuelva a leer el título de este relato, no siendo que la lectura corrida que practicamos todos, le haya jugado una mala pasada.
 Estas líneas, resumen  las vidas de personas mayores, que han conseguido  llegar a la meta de soplar las 80 velas  que coronan la tarta de su vida.
 Permita el lector, que en primer término presente a Rafael, por ser el último, con quien me he tropezado hoy, al apearme de mi camión  en busca del Mesón, "Casa Quinta" en el Polígono "La Isla" de Dos Hermanas (Sevilla).

De esta guisa, me tropecé con Rafael.
 En su asiento, en el que espera a dos
medios de locomoción bien distintos
para volver a su casa.

En la sombra propiciada por una empresa aledaña al cantón o peñasco sobre el que este anciano estaba sentado. Me sorprendió, que me dijera que estaba esperando al autobús; el pasaría, según sus palabras, una hora después, a las 14.30horas.
  El hecho, de no haber visto nunca el autobús urbano pululando entra las paradas situadas por las distintas calles de este gran polígono, me hizo sopesar, que el hombre estaba perdido...

Parada camuflada del autobús que une
Sevilla con Dos Hermanas, y el Polígono
La Isla. Es curioso, que en la calle río Viejo,
encontrara a un "viejo zorro de la vida

 Mi creencia errónea, ante la pregunta a un camionero asiduo de este polígono, me confirmó, que sí había servicio regular, entre La Isla, y la Ciudad natal de Los del Río, y Sevilla; por muy mucho, que en mis visitas desde hace quince años a este polígono, no hubiera vislumbrado, ni coincido con el autobús urbano.
 Gracias aquella equivocación, puede conversar con este andaluz de mirada alegre, y sonrisa diablilla. Su físico, y sus bríos para levantarse de su taburete natural para charlar conmigo, cual caballero andaluz; me descubrió a una octogenario del barrio Bellavista, de la Capital andaluza; su conversación fluida, y nostálgica de tiempos que ya no volverán, me dio pinceladas de su existencia.

Rafael, 80 años.

Desde sus años  mozos, su vida ha estado dedicada por y para el trabajo. Padre de una pareja de vástagos, presume que su buena pinta actual, la debe a que ha llevado una vida sana. Se confesaba como abstemio, poco amigo de los bailes, y de no haber fumado nunca. Es decir, que nada de malos vicios, pero si muy adicto a su mujer; de quien no se ha separado nunca. Desde el contexto, que ante mi extrañeza porque a un sevillano no le guste la verbena; me confesó, que en su  trabajo en una chatarrería entre semana manipulando piezas varias; ella le acompañaba en las guardias que hacía a su compañero los fines de semana. Aquellos servicios prestados al compañero en la custodia de la chatarra, para que éste, librara y disfrutara de su familia, Rafael, los empleaba para aumentar el jornal que llevaba a casa.
 En la espera de la indeseada, este hombre viene a Dos Hermanas a atender a sus gallinas, y a su cacho de terreno, donde dispone de entretenimiento diario. Una vez que ha completado sus labores, recoge sus bártulos, y se acerca hasta su peñasco sombrío. Aquí espera al autobús, y si coincide, que algún empleado conocido  de la plataforma del Carrefour,sale de si trabajo, le acerca hasta su barrio por vivir cerca.


Aquí, es donde me di cuenta, que este hombre, es viejo zorro, y sabe más por viejo, que por zorro. Disponiendo desde su asiento improvisado de dos "paradas", por sí una falla, le queda la segunda, por cotidiana.
 Bien orgullosos que se han de sentir su hija, profesora en una academia de baile, y su hijo, quien espera que pronto le salga trabajo en el sector logístico, según palabras de su padre.
 Hoy, el taxi solidario qué esperaba Rafael, no llegó; pero bien que  llegó el autobús, al que yo creía, que hace tiempo que no realizaba su servicio.
 Gracias a Rafael, este camionero, ya conoce la manera de acercarse a la Torre del Oro o la vera de la Giralda; quien sabe, a lo mejor, me encuentro a Rafael, allí sentado, a la sombra, pero en un banco..
¡ Ojalá, así sea...! Merecerá la pena.

 Los siguientes protagonista octogenarios, se llama Bonifácio, quien acompañado de su señora Maria Dolores, y apoyados en sus sustentos suplementarios, que les permiten ser independientes, paseaban cerca de la Cooperativa Vitivinícola de La Seca (Valladolid). Su pueblo ha sido el lugar elegido para esperar a la Damisela traicionera.

Bonifacio y María Dolores.

En este pueblo de las Tierras de Medina, pasean a rartos perdidos, quizás rememorando  sus andanzas de niños, cuando correteaban por estas calles, hoy asfaltadas. Quien sabe, si en sus conversaciones, narran sus aventuras y desventuras en Basauri (Bilbao) a donde emigraron en busca de una mejor vida. Y bien que lo consiguieron, porque allí llegaron, él como obrero de la construcción, y ella, en los trabajos que le surgían en alguna casa.
 Pero claro, Bonifacio, quería prosperar en su vida laboral, y lo consiguió. En ratos libres estudió para superar con creces la oposición de aquella época a recaudador del Ayuntamiento de Basauri.
Lee usted bien, este hombre se dedicó a cobrar los recibos devengados a sus vecinos; presumiendo a sus 82 años que ninguna perra, por la peseta, se el quedó en la manga de su chaqueta. Como tampoco, se le cayó ningún billete al suelo, para esconderlo en el zapato.

Sus bastones, no son impedimento para hacer
una vida autónoma.

Yo le creí a pies juntillas, pues su mirada férrea y su discurso aderezado de una maravillososa sonrisa, le conferían un porte de hombre de palabra. Orgullosos el uno del otro, presumen que el hombre de la casa, a sus años, cuando tiene que hacer un mandao en la villa de Medina del Campo, no duda en apoyarse sobre sus bastones, para acercarse a primera hora de la mañana a la parada del autobús en La Seca. A donde llega, en el coche de línea, tras haber realizado los mandaos establecidos, sea por la burocracia, como por su Señora. Su dependencia bastonil, no le hace quedarse en su casa, todo lo contrario. Cómo decían ellos, hasta que el cuerpo aguante. Que orgulloso se tiene que sentir su hijo, de tener unos padres independientes a una edad tan longeva.
¡ Ojalá sus cuerpos aguanten, y el destino me conceda muchas cargas en la Bodega de La Seca, para volver a ser testigo de su paseo tranquilo, pero paseo al con y al cabo.

Y para terminar este relato de personas octogenarias tropezadas en mis rutas camioneras; me queda escribir unos reflejos escritos sobre la vida de Gregorio, un tractorista de Serrada, pueblo aledaño a La Seca. En el cual, el viajero que por allí circule, podrá contemplar una exposición temporal de espantapájaros. Escribo temporal, porque se renuevan cada año en el concurso que promueven los vecinos de este pueblo. Y que permanecen a vista de viajero, en una era aledaña a la carrera que une esta población con Medina del Campo; eso sí, hasta que la climatología, y sus condiciones, no hagan de las suyas, sobre estos cuerpos vestidos, pero rellenados de paja.

Gregorio, tractorista. Buscó una
conversación que amenizó
no sólo su espera, sino también la mía.

 Este hombre, esperaba la salida de un operario de la Bodega, que lo acercaría a su morada. Escuchar su conversación, era rememorar su vida apegada al cultivo de los campos de su pueblo. Hablaba con nostalgia de su vida pasada, y esperaba con optimismo que el destino le fuera caprichoso, en darle algunos años de vida. ¡ No me extraña...! Será porque el hombre está preocupado porque su hija, una moza de 40 años, no se le casa, todavía. Aunque para decir verdad, él cree, que ya va ser tarde para esa dicha; porque su hija trabajadora del Mcdonalds en Mallorca, no anda por la labor de complicarse la existencia. Entre sonrisas, me confesaba estas pinceladas de su vida, en la que deja un vástago trabajando en el sector de alimentación, pero que mi memoria selectiva, la muy joia, ahora no le da la gana de manifestar en dónde; por lo que para no atribuir profesiones a personas varias, termino este relato, para dar a entender, a quien lo desee saber, que nuestros mayores, en su paseo por nuestras calles y parques están deseando contar sus vivencias tan aleccionadoras, de que una vida activa, da lugar a una vejez plena.
Y si no, que se lo pregunten a Gregorio, Bonifacio y María Dolores; sin olvidar a Rafael, tres ancianos, que aquí quedan para la virtualidad de nuestra vida...
¡ Que para algunos casos o historias de vida, les aporta la eternidad....a sus protagonistas..! El mejor homenaje para estos octogenarios....

No hay comentarios:

Publicar un comentario