domingo, 1 de noviembre de 2015


90) EN TIEMPOS DE LA SEMENTERA ~

¡ Quién me iba a decir, que el huir de la temida niebla, por empezar la jornada de conducción en un lugar de fácil incorporación a la carretera me iba a reportar un apoyo gráfico y personal par escribir este relato.

N-122, a su paso por Matalebreras.

Quizás, estimado lector, esté usted  a punto de iniciar un viaje, que discurra por carreteras que permitan disfrutar de vistas de los campos agrícolas.
 A medida que avance en su viaje, si observa por su ventanilla,desde su asiento, podrá vislumbrar en las parcelas en las que las últimas lluvias hayan impregnando suficientemente el terreno a los tractores laborando a pleno rendimiento.

Pablo, en su camino para esparcir basura.
El mejor abono para las tierras, por natural.

 En estos meses de la sementera, en las que las tierras de cultivos varios son abiertas y removidas por las vertederas, cultivadores y sembradoras, ya sean de grandes dimensiones, como algunas más pequeñas; usted podrá disfrutar en sus viajes nocturnos de una escena sin parangón. Si durante el resto del año, estos paisajes, permanecen iluminados por las estrellas y la Luna llena en el Cielo; si amplia su horizonte visual terrestre, podrá ver los resplandores en la oscuridad de las noches otoñales, provocados por los faros de multitud de tractores.

Tractores en faenas de abono con nitrato.
Fueron conducidos por mi padre, antes de su jubilación.

Si su viaje discurre por tierras sorianas, a su paso por el término municipal de Matalebreras, quizá en su localización visual se tope con uno de los tres tractores de Adolfo, quien a sus 65 años, ha decido acogerse a la media pensión  de su jubilación, para poder seguir apoyando con su experiencia profesional a su hijos, Pablo y Adolfo, sus hijos gemelos de 32 años.

Ignacio, Adolfo y Paco. Tres amigos desde la infancia
Quienes disfrutan de conversaciones amenas, por
muy mañaneras, que estas sean.

Lo conocí, por casualidad, por ser las 8.00 am. Volvía de una de sus tierras, de pasar las gradas para ir abriendo el terreno, en la espera de abundantes lluvias, que permitieran enganchar las vertederas para iniciar la sucesión de actividades agrícola con distintos aperos agrícolas, que permitan preparar la tierra para sembrarla, e iniciar la espera para la recogida del cereal, ya en el tiempo estival.
Adolfo, y su tractor.Un conjunto como este, puede
suponer una inversión aproximada de 220.000€.

 Tuve la suerte, que Adolfo, parase en frente de la trasera de su amigo Paco (Agente Comercial); quienes junto Ignacio (Ex-trabajador de General Motor) entablaron una bonita conversación mañanera.
 Les pedí su consentimiento para tomar estas fotos; así como me permitieron entrar en su caraba, cuyo eje de la conversación, giró alrededor de la injusticia que sufren los agricultores, tras una vida dedicada a la siembra y cuidado de las parcelas, ya sean propias, como las ajenas. Pues la emigración hacia la ciudad, ha propiciado que la concentración parcelaria, sea atendida por hombres, que han convertido su oficio agrícola, en empresas modernas, que dan trabajo a cientos de personas.

Maquinarla propiedad de Adolfo y familia.

Fue admirable, comprobar como Ignacio y Paco, hablaban con orgullo del trabajo de su amigo. Así como presumían de que este hombre, por Adolfo, podía alardear de estar en alguna jornada de sementeras pasadas, hasta 24 horas laborando en distintas parcelas, en la cabina de su tractor.
 Narraba Adolfo,  que un día, llegó a gastar hasta 800 litros de carburante, por estar durante todo un día, desde las 3 a.m hasta la misma hora, pero de la madrugada siguiente.

Adolfo, junto a su hijo gemelo Pablo.
En faenas de soldadura de su remolque
esparcidor de basura ganadera.

 El trabajo del agricultor, como es el caso, de Adolfo, consiste en realizar las faenas de preparación y siembra en tierras ajenas; a cuyos propietarios puede pagar  unas 14000 pts de las de antes (entre 80 y 90€). A cambio de su trabajo, las ayudas europeas, tan criticadas por algún sector de la sociedad, pasan a ser invertidas en la compra de maquinaria moderna, que le permita realizar sus labores agrícolas con garantía. De esa manera, mediante la compra de la maquinaria, su empresa familiar, puede ser competitiva con respecto a otros agricultores.

Interior de la nave de Adolfo, en donde guarece parte
de su diversa maquinaria.

En la actualidad, estos obreros del campo, han de invertir grandes cantidades de dinero en la compra de maquinaria diversa; y a poder ser, intentar ser autosuficientes. Es decir, que intentan no depender de terceras personas en las distintas labores en el campo; como puede ser, la recolección y transporte del cereal y los diversos frutos.

La inversión en maquinaria para la labor, es demasiado
elevada, para según están los precios de los frutos recolectados.

 Por ello, Adolfo, y sus hijos, disponen de cosechadora propia, así como de un tráiler, que el ampara para ser autosuficientes.
Esa mañana de finales de Octubre, Adolfo, Pablo y Adolfo junior, estaban realizando distintas labores con sus respectivos tractores, mientras su abnegada madre, María Jesús, acicalaba su hogar, y se disponía a realizar las compras típicas, por diarias que realiza una mujer rural. Orgullosa, se manifestaba, de su prole, dos mujeres, y dos niños. Veterinaria, una de sus hijas; la otra estudió empresariales; mientras que sus hijos, apoyaban a su padre, en un trabajo que adoptado como medio de vida.

Disponer de espacios para almacenar
el grano, es la mejor manera de buscar
y esperar al mejor precio para vender
la cosecha. 

En la caraba con los tres amigos, salió a relucir, el recuerdo de la infancia. En el que tanto los hijos de Adolfo, como  quien escribe; dibujaban con su rastrillo los surcos de las tierras imaginarias, que a posteriori, cosechábamos con la mano, para cargar el remolque de juguete, con la pala, imitando sonidos varios, ya fuesen del tractor, como de la cosechadora.


 Aquel recuerdo, provocó la sonrisa de Adolfo, y de sus amigos, por ser una escena muy cotidiana, y callejera en los pueblos de la España de los años anteriores a los 90.
 En la actualidad, aquellos niños que jugaban a ser tractorista en el suelo, frente a sus casas, por estar las calles sin asfaltar hoy son agricultores, ya sean por cuenta ajena, como propia. Completan sus jornadas, en modernos tractores, que nada tienen que ver con los de aquellos años, que hasta el frío, entraba por la zona de los pedales que gobernaban el uso del apero protagonista de los campos agrícolas.
 La maquinaria de hoy en dia, avanza la labor, por ser de tales dimensiones, que ahora las herramientas, se pliegan, cual acordeón, para poder trasladarse de parcela a parcela, ya sea por caminos o senderos agrícolas, como las carreteras nacionales y comarcales de nuestra España.

Antes, el llenado de la abonadora y sembradora
se realizaba a base de sacos. Hoy en dia, el abono
tu simiente, son vertidas a granel desde el mismo
remolque.

En mis tiempos de niño, el gasóleo que aporta la energía al caballaje de los tractores, costaba 30 pts; hoy en dia, ronda los 80 céntimos de euro, es decir, más de 100 pts de las de antes.
 Quizá por ello, las ayudas que reciben los agricultores, estén más que justificadas; porque gracias a ellas, nuestras despensas puedan estar colmadas, de cereales, y distintos frutos de la tierra, cultivada por hombres como Adolfo y sus hijos.

Tacos para elevar el remolque.
De esa manera, el agricultor, bascula
el abono directamente en la abonadora.


 Quien escribe, no deja de escuchar, el lamento de los agricultores, quienes no entienden, como le precio del cereal, ande de capa caída. En los años 80 -90, el precio que se llegó a pagar por el cereal, era de 34 pts; y hoy en dia, para que llegue a la 21 pts, tiene que darse cada cual, con un canto en los dientes.

Adolfo, desea que su sombra siga
cobijando a sus hijos por mucho tiempo.
El trabajo, habrá mellado el interior de
este hombre de sonrisa y mirada pícara,
pero su fachada, alardea de buena presencia.

 Entienda el lector, que los datos de precios narrados en este relato, son aproximativos, por lo que pido disculpas a los entendidos. Sirvan como apoyo a estas líneas, para comparar los tiempos de mi infancia, en la que las parcelas y cocheras de las casas particulares, emanaban actividad agraria por doquier. Hoy en dia, donde antes había tractores  y diversa maquinaria, hoy son locales derruidos, muchos de ellos solares, por ser las tierras del término municipal, labrados por agricultores de los pueblos aledaños.

Raro es el agricultor, que no sólo
disfruta del campo desde el tractor.
La reala canina de Adolfo, bien que justifica,
su pasión por la caza mayor.

 En Matalebreras, en tiempo invernal, son 27 vecinos, quienes habitan en este sencillo pueblo, situado a las faldas de la Sierra del Madero, desde donde se puede contemplar, las estelas de polvo provocadas, por la labor de los tractores, al laborar en el campo, o desplazarse por los caminos para llegar a la parcela, donde iniciar una labor, muy encomiable, pero poco retributiva para el bolsillo de quien cultiva la tierra; al depender de la climatología dada durante el año, y a capricho del mercado; el cual, mucho importa de terceros países, y poco valora el trabajo nacional, de familias sencillas, que han conseguido salir para delante, con mucho esfuerzo, ya fuese apretándose el cinturón, como doblando el espinazo de Sol a Sol...

¡ Un orgullo conoceros, un placer haberos tratado...!

Paco, Maria Jesús ( esposa de Adolfo)
Ignacio y Adolfo. Ojalá el día de mañana,
yo pueda disfrutar de esta escena, pero en
mi pueblo. Quizás recuerde, la mañana del
30-10-2015, como una de las más especiales.
Por ver, que la amistad y el cariño entre amigos
no se pierde con el paso de los años, si bien se
lucha y quiere. Como lo han conseguido estos
sorianos, que bien me lo demostraron. Gracias.

Nota: Gracias Adolfo, Ignacio, Paco, Pablo, y María Jesús, por vuestro tiempo. Suerte para vuestras respectivas vidas e ilusiones para el futuro.

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