miércoles, 18 de noviembre de 2015

100) LA SIEMBRA DEL CEREAL~

 En las distintas entrevistas a las que acuden escritores de prestigio, éstos afirman que existen historias que se presentan ellas solas, sin necesidad de buscarlas.

Jose, junto a la sembradora.

 Es lo que me ha ocurrido esta mañana. El motivo, la necesidad de hacer un alto en el camino, para cambiar de agua al pajarito. Al apearme de mi cabina, observé que dos tractores se encontraban en plena preparación de la tierra para proceder a su siembra. Cómo debía hacer el descanso  marcado por imperativo legal de 45 minutos unos kilómetros más adelante, decidí que lo iba a realizar en el área de descanso de Siete Iglesias, donde me encontraba.

José Antonio, ante su Fiat con el que completa el
paso del cultivador. El paso previo a la siembra.

Me acerqué a la parcela donde se encontraban trabajando José(45) y José Antonio (48). Estos dos hombres han dedicado toda su vida al servicio de la agricultura.
 El primero, por José, trabaja para su actual jefe, desde hace 32 años. Era quien conducía el John Deere enganchado a la sembradora.

32 años contemplan a José al servicio
de la agricultura. Muestra el abono en
micrograno. Uno de los últimos avances
en el campo.

Este tractor cuenta con 220 caballos, y en breve tiempo deberá emplearlos más a fondo para enganchar la nueva sembradora plegable, que con más capacidad de tolva para el grano, avanzará la labor en las inmensas parcelas con la que cuenta quien paga a este labrador.

La simiente de la cebada, con el colorante
rojizo, que según me decía mi padre
en tiempos de niño, era para que le saliera
el bicho mientras estuviera almacenada.

La sembradora que utilizaba hoy Jose, abarca una totalidad de 3 hectáreas sembradas por cada vez que es llenada al abrigo de los remolques que esperan a pie de tierra cargados con la simiente, en este caso cebada; así como en el otro remolque, esperaban también para ser cargados en el depósito posterior al de la simiente, el abono microgranulado.

Dentro de poco, esta sembradora será reemplazada
por una nueva más grande, por plegable.

 Este abono ha supuesto para mí un nuevo hallazgo en las labores del campo.  Pues se presupone que al ser sembrado, que no esparcido(como era lo tradicional) implica al agricultor un mejor rendimiento. Por lo que pude entender, el abonado de invierno que se realizaba en mía tiempos de niño, ahora se realiza a la misma vez que se siembra.

Llenado del dispensador del abono
microgranulado. 

El poder ver trabajar trabajar a José y a José Antonio, me ha supuesto volver a rememorar aquellos tiempos en los que mi padre se marchaba a las tierras conduciendo su Barreiros, con sacos de simiente apilados encima de la sembradora y en una plataforma supletoria colocada en el frontal del vehículo agrícola.

Detalle, como la posibilidad de alargar el enganche
del remolque, hacen maravillarse a quien vio y creció
al pie de maquinaria más vieja.

 Cómo han cambiado los tiempos en los que mi padre, ni se colocaba máscara de protección para evitar el polvo colorido por al ser seleccionada la simiente. Llegaba a casa con su camisa ultrajada por el colorantes que ayudaba a mantener el grano en perfectas condiciones en la panera hasta la hora de su siembra. Es decir, libre de bichos que rebajaran su rendimientos.

Aunque los avances ayuden, los riesgos de
accidente siempre están presentes.
Pero la experiencia aporta formas y maneras
para evitar sustos innecesarios.

Cuando he contemplado a José agarrar el extensible del sinfín, ataviado en su rostro con la mascarilla, mientras descargaba la simiente de la cebada directamente desde el remolque, he vuelto a ver en mi memoria, a los agricultores de antaño, portando sobre sus hombros cada saco que vaciaban en la tolva de la sembradora.
 En aquellos años, los tractorista debían andar con ojo de buen cubero, para controlar cuándo se vaciaba la tolva, para reponer la simiente. En la actualidad las boyas que disponen la sembradoras indican al tractorista cuando esta se vacía. Avances que no cesan, y que tanto atropellan a quienes siendo de campo, por elegir otras profesiones, nos quedamos pasmados ante la nueva tecnología de la maquinaria y sus aperos.
Boya indicadora del vaciado de la sembradora

A medida que el nivel de la simiente baja
la boya va cayendo hacia el interior.

 Pero claro, la ocasión era ideal para dar lugar a la escritura de este relato, porque no siempre se pueden contemplar en la misma parcela, a dos tractores de generaciones distintas. Porque el Fiat de 190 caballos, ya tiene sus años, pero muy bien llevados.

Siempre quedarán los nostálgicos de la maquinaria
de antaño, por fiable y duradera.

Este tractor que pasaba los cultivadores preliminares a la pasada de la sembradora, era conducido por José Antonio. Quien  a diferencia de José, es un autónomo agrícola. Pues posee sus explotaciones agrícolas y su rebaños de ovino. Para una vez que sus parcelas y ganado están preparadas y atendidas con la ayuda de su mujer e hijo, él se pone a disposición del jefe de José, para afianzar la sementera. Escribo afianzar, porque estos dos hombres labran parcelas en las que cada mano o pasada con su tractor puede tener hasta 3km de largo, según narraban.

Trabajo en el campo, y con la ayuda de
un buen compañero, alguien da más...?

 Si hay un denominador común que define a estos dos hombres, es su permanente buen humor, acicalado con la mejor sonrisa al recién llegado. Pues ambos me han dedicado unos preciosos minutos, los que debía parar en mi viaje camionero.
  En los 45 minutos que estuve a su lado, he disfrutado como niño, quizá porque ciertas vocaciones frustradas, siempre hacen mella en el interior de cada cual. Pero en estos tiempos modernos, por muy mucho que yo quisiera rememorar el oficio, gracias al cual, mi padre aportó el pan a su familia, lo iba a tener difícil. Hoy en dia, los propietarios de grandes explotaciones agrarias precisan de tractorista preparados, con experiencia demostrable, y son pocos, los que dan la alternativa a jóvenes, para ser enseñados por sus tractoristas más avezados.

José, acabando la mano de siembra, antes de volver
a llenar su tolva para proseguir con la faena.

Estoy seguro que estos dos tocayos, no serían malos maestros para quien tuviera la oportunidad de trabajar a su lado. Recordando, lo que me ha dicho José Antonio, hasta para ser agricultor  hay que seguir estudiando, porque ahora se precisa hacer cursos de capacitación subvencionados, que cuestan hasta 400€; vamos, que no sólo los camioneros debemos hacer, por lo que veo el CAP(Curso de Aptitid o Capacitación Profesional) para llevar un camión, porque el negocio de unos pocos se ha cebado también con el trabajador que se quiere dedicar al cultivo del campo.
 Un oficio, que los herederos aprendían de sus padres, hoy en dia, también debe pasar por ciertos filtros administrativos, que más que ampliar expectativas, las cercena, y de qué manera.

No sólo se trata de cultivar y sembrar,
el buen agricultor también lo cuida, evitando el
abandono de plásticos en sus parcelas.

Ha sido un placer, pasar un rato con estos dos agricultores vallisoletanos, quienes me han dado una sana envidia por estar trabajando en uno de los oficios más bonitos del mundo, ese que abre, cultiva y siembra los terrenos que nos dan el pan para nuestros días: el de agricultor...

 ¡Un placer, y gracias por vuestro tiempo..! Sobre todo este año en que la sementera ha
comenzado con retraso por falta de lluvia.Espero que el próximo verano, vuestro trabajo se vea recompensado, y no mermado.

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