viernes, 4 de diciembre de 2015

107) SALINAS DE SANTA MARÍA ~

 En estos días, no he podido dejar de evitar en pensar en los profesionales que extraen, acarrean, lavan y ensacan la sal de nuestra vida.

Muy cerca de Jerez de la Frontera, en el Parque
Natural de las Salinas de Santa María, se puede
disfrutar de la vista de campos de cultivo de algodón,
y de la extracción de la sal que adereza nuestros guisos.

 Ante la información de distintos medios de comunicación que en Portugal van a reducir el consumo de sal en los restaurantes, así como hacían la comparativa del consumo en España; he llegado a la conclusión de que la Gastronomía, sin sal, perdería todo su encanto.
 Quien escribe, no es de añadir sal a los platos aderezados en la cocina, sea en las comidas en mi hogar, como las que disfruto en los distintos restaurantes de mis rutas camioneras. Pero reconozco, que hay quien necesita el elemento salino para dar el brío deseado a su gusto culinario.
 Gracias a mis viajes en el camión, puedo presumir de poner rostro a muchas personas, sin cuyo trabajo no podríamos disfrutar de ciertos productos, sean manufacturados, como los elaborados o producidos por la Naturaleza y sus circunstancias climatológicas. Como es el caso de la Sal, y en concreto la  que se extrae de la Salinas del Puerto de Santa María( Cádiz).

Las Salinas del Puerto de Santa María se localizan
en un paraje declarado Parque Natural.
 Llegar a estas Salinas, es un deleite para los sentidos, al estar localizadas en unos terrenos englobados por la denominación de Parque Natural. ¡ Y no me extraña!
 En cuanto se abandona la carretera comarcal que discurre entre fincas particulares en las que distintos animales domésticos, como caballos, perros y gallinas campean en su reducto corralicio, el abandono del asfalto para tomar el  el camino que conduce a la puerta de las Salinas, va dibujando al conductor un paisaje sin parangón.

Vista de las Salinas del Puerto de Santa María.

Ver campos a punto de ser recolectados para aportar a la industria el algodón necesario, provocaba al sentido de la vista, que inducía al lego en ciertos cultivos del campo, a bajarse del camión para recoger un puñado de algodón, cual trofeo taurino, para llevarlo a casa y presumir de haber recogido un "bocado algodonero" a pie de plantación.
 El estacionamiento de distintos vehículos, sean coches y motos, de diferentes cilindradas, imantaron mi atención, a la vez que el aterrizaje y despegue de distintas especies de aves; las cuales, este camionero, que no naturista, no sabría definir al lector, salvo las gaviotas; unas y otras colmaban las aspiraciones de cualquier amante de la Naturaleza en todo su esplendor.
Campos de algodón aledaños a las Salinas.
 A medida que iba avanzando por el largo camino hasta las puertas de la Salina, puede ver como hombres con restos de fango en sus piernas y brazos, portaban coquinas embolsadas en sacos o redes de mano..
 Esta delicia gastronómica es muy demanda en las zonas de costa gaditana. La captura de este preciado fruto del mar está muy controlado. Por lo que se necesita una serie de permisos para poder tener derecho a capturarlas. Un oficio para el que no todos estamos preparados, pues se ha de patear los humedales del Parque Natural, introduciendo los brazos en los orificios marcados por la coquinas. Algunas veces, el "mariscador" debe introducir sus  brazos, hasta casi el el hombro, en algún caso, para extraer del barro la coquina.

Bolsa de coquinas recien extraídas del
humedal del Parque Natural.
 En las modalidades de venta, en el mercado regulado puede venderse por 8€ el kilo; mientras que a los furtivos, se les paga en distintos lugares 4€.
 Una vez que dejé de observar a los capturadores de coquinas en mis retrovisores, la panorámica que se me ofrecía de las Salinas en el horizonte, me hizo sentir un privilegiado.
 Avanzado el mes de Agosto, las máquinas que estaban en la orilla de las distintas balsas que conforman estas Salinas, no dejaban en su empeño de cargar las toneladas y toneladas del elemento salino.
En Agosto, la maquinaria  extrae la sal de su aposento
natural, tras su letargo húmedo anual.
  Los reflejos del Sol en los bombines de articulación del brazo mecánico que carga la sal, llamaron mi atención. No cesaban, así como los camiones articulados en las proximidades de la nave almacenera basculaban las sal recién extraída para conformar una montaña blanquecina.
 A medida que me acercaba a la puerta de las Salinas presidida por una vetusta angarilla de doble hoja, la sensación que aporta el escenario contemplado me hizo sentirme muy orgullo por ser camionero.

Entrada a Las Salinas, donde el buen hacer y el mejor
trato, hacen sentir al extraño como en su propia casa .
Gracias a las magníficas personas que aquí trabajan.
 Una vez que abandoné el camino de acceso, pude comprobar que las instalaciones que se confundían en la lejanía por su color parecido al elemento salino, eran dos edificios antiguos; el primero correspondía a las oficinas, y el segundo bloque, son las naves que  guarecen la diversa maquinaria, como la sal ensacada en grandes big bags o sacas.
 Cuando me apee de mi camión, Miguel, un gaditano maduro, excamionero para más señas, me recibió como sólo saben hacer las gentes de estos lares gaditanos; es decir, con una sonrisa y palabras de bienvenida acompañadas del humor tan característico de estas tierra tan importante para la Historia de nuestra España.
Miguel, el encargado de recibir y despedir
a los camioneros que allí llegamos.
 Miguel es un hombre de trato cercano, que a bordo de su carretilla elevadora llena las sacas de sal destinada a la industria alimentaria; sin olvidar que es quien recepciona y expide los albaranes de entrega cuando el camionero emprende su viaje.
 Dos, han sido los viajes que he cargado en estas Salinas Gaditanas este año; su preciada carga fue descargada en fábricas de aceitunas, pues la sal es un elemento esencial en el proceso de curación y conservación de la aceituna.
 En mis visitas a estas Salinas, al ser en Agosto y  Septiembre respectivamente; he tenido la suerte de contemplar la extracción de la sal de su cuna natural, tras ser el agua del mar embalsada gracias a potentes bombas de succión que trasladan hasta 2000 litros por segundo de agua marina.
Durante la extracción el goteo de camiones cargados
esconstante, para descargar la sal y completar grandes
montañas del elemento salino.
 En estas balsas se mantiene el agua estancada desde finales de Septiembre hasta principios de Agosto; en estos "vasos artificiales" el agua se deja acariciar  por las cálidas temperaturas anuales, que bien favorecen la sedimentación de la sal en el fondo de la balsa. Una vez el estío ofrece sus últimos coletazos, las balsas son vaciadas de agua, para proceder a extraer el elemento salino con la potente maquinaria moderna de la que disponen estos gaditanos de pro.

 En la sociedad moderna se utiliza en el mercado que nos avasalla, la expresión:
 -"El producto,  ........ es elaborado según la receta de la abuela... ".
Constituyendo con el calificativo de "la abuela" el mejor reclamo para volver a los tiempos en la que el producto final tras el arduo trabajo de la abuela en su cocina, salibábamos antes de catarlo.

Javi y Miguel, disponiendo un big bag
para ser cargado en el camión 
 Pues bien, la sal que se obtiene en estas Salinas del Puerto de Santa María, es producida por la "abuela" Naturaleza; y la podemos añadir a nuestros guisos preferidos en la cocina de cabecera de cada cual, gracias al abnegado trabajo de personas como Miguel, Javi, Pepe, Antonio y otros muchos; quienes gracias a su labor sea a los mandos de su cargadora, tractor, pala cargadora, camión, y retroexcavadora arrebatan al aposento salino su tesoro blanquecino, aderezado e enriquecedor de platos diversos.
Javi, a los mandos del tractor, que carga los big bag
de sal destinada a la conservación de la aceituna.
 Todos ellos trabajan en un ambiente tan natural, como el Parque que aúna estas balsas salinas. Son personas sencillas, de un trato cordial y cercano para quien allí llega a cargar el preciado elemento aderezador; el cual, no sólo complementa y realza el sabor en la Gastronomía, sino que también nos ayuda a conducir en tiempo invernal por las carreteras de nuestros viajes diversos.

Pepe con su pala abastece con su cargadora
los distintos silos de ensaque.

 ¡Sí, lee usted bien...! Porque parte de la sal que se  almacena tras su extracción en estas Salinas, se destina a las campañas invernales de conservación de las carreteras, para evitar con su esparcimiento, que nuestros vehículos sufran alguna salida de vía por la proliferación de las temidas, por traicioneras, placas de hielo.
Máquina cribadora de sal destinada a la conservación
invernal de carreteras
 Poder observar como Antonio, va asentando su retroexcavadora en los bancales sabiamente conformados por su experiencia, para poder alimentar a la máquina que despelmaza y criba los grandes terrones salinos conformados durante su tiempo de almacenaje es un privilegio al alcance de unos pocos. Que admiran su pericia y buen hacer para evitar que la "montaña" de sal levantada por sus compañeros camioneros tras bascular sus remolques durante las operaciones de extracción, se derrumbe ante su ascenso necesario en estas operaciones; donde la mecanización y la profesionalidad para trabajar con seguridad, no se sueltan de la mano en ningún momento de la jornada laboral de esta plantilla tan especial.
La pericia de Antonio para preparar los bancales
en la montaña de sal, me dejó impresionado m 

El trabajo realizado con la seguridad más meticulosa
ayuda a Antonio abastecer de sal a la máquina
que la prepara para su posterior esparcimientos por
las carreras en el frío invierno.

 El trabajo de Javi, Miguel, y el resto de sus compañeros también merece ser destacado, porque gracias a su labor, los camioneros que cargamos la sal en grandes big bags o sacas destinadas a salas de despieces e industria conservera, no perdemos mucho tiempo en la carga. Su experiencia, les hace preparar la carga, y depositarla con presteza en el remolque que portará el resultado de su trabajo, muchas veces en condiciones climatológicas adversas; pues la sal no aguarda, ni tampoco entiende de días de lluvia, como esos días en los que el viento de Levante les obliga a bregar con las sacas vacías al ser colocadas en el dispositivo de alimentación vertical y  metálico que es alimentado por las descargas de Pepe, con su pala excavadora.
La sal destinada a las grandes industrias
es envasada en Big Bag.  La sal es el
elemento principal para aderezar las aceitunas.
Quien también abastece a los innumerables camiones que llegan a las Salinas, para ser cargados a granel; unos con destino a Centros de Conservación de Carreteras; y otros, para abastecer a las fábricas de la empresa que preparan y clasifican en distintos formatos la sal que llega a nuestra mesa, sea del hogar, restaurante o bar.
Porque bien sabemos todos, que si los médicos nos privan o nos aconsejan reducir el consumo de sal en nuestros alimentos, convertirnos al elemento salino, en tentación, cual dulce, porque la Sal, da brío a nuestra Gastronomía.
El trabajo de personas sencillas, se agasajado
en la mesa de cualquier lugar, donde se
crea en el buen yantar, y aderezado por la Sal.

¡ Gracias a los trabajadores de las Salinas de Santa María (Cádiz): Miguel, Javi, Pepe, Antonio, Luis y Ramón ( Perito) por facilitar la elaboración de este relato homenaje a aquellos profesionales, sin cuya labor, nuestra vida no sería tan sabrosa, espero veros pronto, de nuevo.....!

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