sábado, 23 de enero de 2016

135) CAMINO DEL PARVULARIO.

 Así es como se puede definir esta nuestra vida. Es la conclusión a la que he llegado por culpa de una rotura de cadera de mi abuela.
MURAL CONFECIONADO POR NIÑOS
EN PREESCOLAR.
Su longevidad, pues hoy cumple 92 primaveras luchando por la vida, y junto su lesión, hacían necesario internarla en una residencia de ancianos. Hasta aquella caída, su vitalidad y sus quehaceres cotidianos,  provocaban que la admiración que despertaba en quien la conociera fuera creando a su alrederor un aura de mujer admirable.
 Quien escribe nunca había entrado en una residencia; y hasta la fecha que cumplimenté la primera visita a mi abuela, debo de reconocer, que las odiaba. Las concebía como un aparcamiento de nuestros ancianos en espera de la visita de la Dama Negra; esa maldita que nos espera cada minuto de nuestra vida, aguardando un descuido en nuestro día a día para arrebatárnos para convertirnos en recuerdo.

MURAL CONFECIONADO POR ANCIANOS EN RESIDENCIA
 ¡Pero qué equivocado que estaba...! De odiar estos lugares, ahora los concibo de la mejor de las maneras, pues en ellas he descubierto a un personal que se desriñona cuando levanta de sus butacas a nuestros mayores para sentarlas en la silla de ruedas en las que las portan hasta la mesa del comedor para dar buena cuenta de unos menús preparados con cariño por el personal de la cocina. Al igual que estos cuidadores sirven de bastón a algunos mayores que, de momento, aguantan sobre sus cansadas piernas, el peso de su cuerpo mancillado por el paso del tiempo.
 Gracias al internamiento de mi abuela, me he dado cuenta, que el día de mañana, si Dios me concede el privilegio de dormir muchos años en una cama, que no litera, tras mi jubilación camionera, cuando esté en la espera de la "maldita", podré disfrutar de la compañía de hombres y mujeres de mi quinta en salas de butacas corridas en las que poder ver la televisión; así como podré echar una partida de cartas mientras espero alguna visita, si es que llega.
ANCIANOS DISFRUTANDO DE SU PARTIDA
DE CARTAS EN UNA RESIDENCIA.
Por que no todo es jauga en el mundo de la residencia, ya que mientras uno visita a su abuela conoce historias que hacen temblar los cimientos del cariño para con las personas.
Algunas de estas personas residentes, hábidos de atención y cariño, aprovechan cualquier oportunidad para gozar de una breve conversa con el desconocido recién llegado, quien con el paso de los días y visitas se va impregnando por las historias conocidas, sintiendo cariño por ese anciano al que ha conocido por visitar a su abuela.
 Algún residente cuenta que luchó durante una vida por conseguir el bienestar de sus hijos, los mismos que hoy en dia, parece que se olvidan de rendir la pleitesía continuada al anciano en la visita, que a veces se distancia tanto en el tiempo que hace sentir al residente como un vehículo abandonado en un parking esperando a la llegada de la grúa para llevarlo al desguace.
EL RICON DE CRISPINA Y EMILIANO.
COMO DIRÍAN EN "UN, DOS TRES":
¡AMIGOS Y RESIDENTES EN EL ASILO.!
 Pero no todas las historias que guardan los residentes en su memoria son tristes; como por ejemplo, la amistad entre Crispina y Emiliano.
 Dos residentes octogenarios que entablaron una relación tan cordial, que quien no supiera que se habían conocido en la residencia, les podía haber creído matrimonio, pues siempre se sentaban juntos, en butacas correlativas en la sala de estar, intercambiando conversas animadas y acicaladas por la sonrisa perenne de Crispina.
 En su rincón, dos "bombonas" como las denomina Emiliano, les esperaban para ser rehabastecidos de ese oxígeno tan necesario para paliar sus problemas respiratorios para seguir viviendo. La imagen de ellos dos sentados en su rincón la grabaré en mi memoria a fuego para intentar que la demencia futura no me haga olvidar que a pesar de los avatares y visicitudes de la vida siempre el destino te ofrece la posibilidad de dar esquinazo a la soledad para mirar al dirimir de los últimos días de este camino de retorno al parvulario para afrontarlo reconfortado.
EN LAS RESIDENCIAS LAS VISITAS AJENAS
SE VAN CONVIRTIENDO EN FORJADORAS
DE CARIÑO ENTRE PERSONAS DE DISTINTAS
GENERACIONES.

 Cada vez que he ido a visitar a mi abuela a la residencia, he recibido el saludo cordial de Emiliano y Crispina, pero hoy, la butaca de Crispina estaba libre de su inquilina, porque la maldita Dama se la ha llevado del lado de Emiliano, a quien ha dejado sin su mejor amiga para permanecer en el parvulario tan particular en el que se convierte la residencia o asilo, donde nuestros mayores cuentan con sala de actividades donde colorear dibujos que firman cual artistas reputados pero sin haber colgado ninguna de obra de arte en museo alguno.
¡CUANTA ATENCIÓN Y CARIÑO APORTAN
LOS PROFESIONALES DEL CUIDADO DE NUESTROS
MAYORES EN LAS RESIDENCIAS O "PARVULARIOS".
 Estas personas  acuden a la distintas actividades marcadas por la gerencia del asilo en las que intentan evadirse de una soledad impuesta por el dirimir de una existencia que obliga a muchas familias a tener que recurrir a estos "parvularios" para intentar que sus mayores reciban la mejor de las atenciones, mientras ellos intentan buscarse y mantener los medios de llevar las habichuelas a sus hogares, las mismas, que estos párvulos senior cultivaron en su juventud a base de riñones y en circunstancias muy difíciles de afrontar, pero bien que lo consiguieron.
 A medida que la estancia de mi abuela se ha consolidado en el tiempo, la butaca que ocupaba en casa se ha convertido en el testigo mudo de su presencia, porque nuestros mayores han luchado tanto que sus costumbres  de vida se forjan en el yunque de nuestra memoria para darle forma en multitud de recuerdos nostálgicos que embriagan a quien les quiere, aunque todavía la Dama no hay venido en su busca al parvulario, a Dios Gracias...
MATERIAL DISPONIBLE EN RESIDENCIA DE
ANCIANOS CON EL QUE REALIZAN DISTINTAS
CREACIONES EN SUS "DIAS LECTIVOS".

Nota: Relato dedicado a la memoria de Crispina, la amiga residente de mi abuela, de quien me despedí el día 2 de Enero del 2015, sin saber que aquella tarde iba a ser la última en la que me iba a regalar su perenne sonrisa, y que tanto he echado hoy de menos.
¡Será verdad eso, que no sabemos lo que tenemos, hasta que lo perdemos...! D.E.P.











1 comentario:

  1. Han luchado toda una vida para conseguir nuestro bienestar y ahora parece que nos olvidamos de ello. Cuánta razón tienes, cotío.

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