
Hace unos días al llegar, ya entrada la noche a Miranda de Ebro, la luz giratoria encendida sobre una furgoneta ( de esas que escoltan a los vehículos especiales) estacionada frente a mi camión, hizo que bajara de mi cabina para avisar al conductor de su olvido.

Con los nudillos, toqué en su puerta trasera (sin cristales), cual fue mi sorpresa cuando se abrió la puerta, que un hombre de unos cuarenta y cinco años, bajó de su interior. Pude observar que en la zona de carga de la furgoneta tenía muy bien pertrechada todo lo necesario para su descanso, como si se tratase de una pequeña habitación de soltero o estudiante, con su despensa diminuta(provista de distintas viandas embolsadas y cazuelas para su preparación, productos de limpieza..etc) bajo su cama, dotada de un buen colchón; hasta su pequeña cocina portátil, cuya llama dependía de un cartucho de gas embotellado.

Me impresionó ver su elevada estatura, superior a 1.90cm, la cual, hacía si cabe más diminuta su furgoneta.
Iniciamos una corta conversación nocturna, la cual, suspendimos hasta la hora de levantarse en nuestras respectivas camas itinerantes al amanecer del nuevo día, mientras aguardaba a que su compañero se despertara de su letargo nocturno en la cabina del camión.

Le hice saber mi equivocada creencia de de que ellos, los pilotos o escoltas de estos transportes, dormían en hoteles. El me respondió, que la mayoría de ellos prefieren dormir en sus furgonetas para llevar el dinero del hospedaje que les abonan sus jefes, "limpio" para sus casas, y de esa manera rentabilizar su permanencia fuera de sus hogares y lejos de sus familias durante bastantes días, sino semanas, dependiendo del viaje encomendado.
Mientras charlábamos , pude observar que en sus ratos libres, cual "comadreja" en aquella furgoneta, los amenizaba con la lectura de libros, pues sobre su cama descansaba un gran volumen, cuyo título rezaba como " El sanador de los caballos".
Me explicó que hace años, estos "pilotos" descansaban sobre los asientos de sus furgonetas, al no disponer éstas de un espacio para acondicionar su peculiar hogar para el trasiego de la noche al día en sus horas no lectivas.
Pude conocer que este "gran hombre" por estatura y agradable trato, cada vez que se echa a la carretera, en su casa de la zona de Madrid, le esperan su mujer y tres hijos; dos de ellos mellizos de 16 años y una joven adolescente que acaba de empezar la Universidad.
La vida de Adrián es si cabe, más dura que la mía, estando los dos en la carretera, pues no hace falta más que ver en la "madriguera" que descansa él tras jornadas intensas , pero lentas de conducción tras o delante del camión al que escolta; y en la que descanso yo, que me puedo poner de pie y estirar la espalda, mientras él precisa de bajarse de su furgoneta para relajar su postura.
No quería terminar estas líneas, sin hacerte saber, a ti que te has molestado(gracias) en leer este relato, que Adrián, no siendo nativo de nuestro País, bien que lo parece, pues los trece años que lleva en España, por su manera de hablar y por los dados y banderita con los colores de nuestra insignia nacional que cuelgan en su retrovisor interior, hace más Patria que muchos, que presume y dicen:¡ Yo soy español, español...!

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