viernes, 10 de marzo de 2017

215) EL AURA DEL TRAJE.

 Al despertar de nuevo día, me dirigí a desayunar a un restaurante aledaño al lugar de estacionamiento de mi camión.
Al tiempo de cruzar el umbral,  observé cómo dos caballeros, bien trajeados, tras estacionar su vehículo, entraban tras de mí.
Su indumentaria, no pasaba desapercibida para el resto de los clientes, que por tratarse de un restaurante localizado en un polígono industrial, cada cual, estaba uniformado según su trabajo.
MIENTRAS LOS EXTRANJEROS LUCEN A ORGULLO
LOS TRAJES DE TODA LA VIDA. 
Si su vestuario no dejó indiferente a nadie, su lenguje foráneo me invitó a  pensar que se trataba de dos ejecutivos en asuntos varios en alguna empresa aledaña.
Sea como fuera, la presencia de esos dos hombres tan elegantes me hizo reflexionar de lo desvaríos que se dan en estos tiempos en nuestra España.
 Un país donde el gremio se los sastres mantuvo su hegemonía durante años y años. Y es que todos sabemos, que el traje le aporta a quien lo viste su particular aura. Incluso a las personas más humildes, le hacía  ilusión retornar a sus moradas después de haberse confeccionado aquel traje; en algunos casos, el único para toda una vida.
Quien escribe, la primera vez que se acicaló con un traje, fue con el que había  vestido su padre en aquellos años en los que España vislumbraba el cambio hacia un tiempo de libertad.
QUÉ OBRERO NO SIENTE QUE SU AURA PARTÍCULAR
SE ACRECIENTA CUANDO VISTE DE CORBATA.?
 Fue emocionante, en plena adolescencia, sentirse como un señor; sin haber si quiera estrenado las hojillas del primer afeitado.
Y no le digo nada, cuando mi progenitor me anudó su corbata azul, a juego con la tonalidad del traje.
Bonitos recuerdos que sugieron al contemplar el aura de esos dos ejecutivos extranjeros.
Espero y deseo, que los jóvenes del ahora, tengan tiempo para que algún día se trajeen antes de que los nuevos políticos, que tanto reniegan del aura que aporta el traje y sus complementos, se apeguen a sus escaños.
No siendo que llegue el día, que nos veten el uso del traje hasta para bautizar al recién nacido.
Por lo que al no disponer de traje, ni de mono o buzo de trabajo referente, se nos crea que la vida no hay que ganarsela sudando vestidura ninguna...

¡Y bien sabe usted, como lo sé yo, que Adán, sólo existió uno...!

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